27-10-2021
Por Sebastián I. Leiva Arancibia
El suelo es arenoso, franco, arcilloso... A lo largo y ancho del país podemos encontrar muchas combinaciones de arena, limo y arcilla que nos entregan distintas clases de textura de suelo.
¿Cómo tiene que ver esto con el bulbo de mojamiento?
Estas partículas tienen distinto tamaño. La arena es más gruesa. Suelos más arenosos tienen poros más grandes. Es como si fuera una malla de hoyos grandes, si se le echa un balde de agua, ésta va a pasar rápidamente hacia abajo.
Un suelo franco, que tiene arena, limo y arcilla, en proporciones relativamente equilibradas, se parece más a un colador para cernir harina. Al agua le va a costar un poco más pasar hacia abajo y también saldrá por los lados.
Un suelo más arcilloso tiene poros muy finos, como un paño. Al agua le cuesta mucho más pasar hacia abajo y moja más para los lados.
Hay bulbos de mojamiento característicos para suelos arenosos, francos y arcillosos. En las imágenes hay un esquema de cómo se vería en campo (pruebe hacer una calicata y compare a cuál se parece más).
¿Y cómo regar mejor considerando esto de los bulbos de mojamiento? Lo veremos en un próximo artículo, pero como adelanto hay que plantearse la siguiente pregunta: ¿Dónde tengo las raíces?
28-10-2021
Por Belén A. Escobar Schneider
El pie de arado corresponde a una capa endurecida del suelo, que por lo general se encuentra a la profundidad en la que se realiza la aradura, con un espesor aproximado de 10 cm. El pie de arado es impenetrable para las raíces, y se genera debido a las recurrentes labores de preparación de suelo, sobre todo del arado de inversión, a la misma profundidad por un tiempo prolongado.
El pie de arado tiene consecuencias negativas para el cultivo, ya que al existir esta dureza, el agua se infiltra a una menor velocidad, estancándose y formando barro, produciéndose un exceso de humedad en el cuartel y propiciando problemas sanitarios. Además, con esta capa limitante las raíces no pueden seguir explorando el perfil, disminuyendo la absorción de nutrientes y también de agua, teniendo por consecuencia un menor crecimiento de la parte aérea del cultivo y, por lo mismo, una fuerte reducción en el rendimiento.
28-10-2021
Por René Sanz Pizarro
La rotación de cultivos es uno de los principales manejos culturales, que consiste en cultivar dos especies vegetales de forma secuencial dentro de una misma superficie, y dentro de sus objetivos se encuentran el control de enfermedades, plagas y malezas; mejorar aspectos nutricionales del suelo y uso más eficiente de fertilizantes; aumentar la sustentabilidad del predio, entre otros. En el siguiente artículo se expondrán algunos de los aspectos más importantes de la rotación de cultivos.
¿Qué aspectos de los cultivos deben considerarse para realizar una rotación de cultivos?
Para que la rotación de cultivos sea eficiente se debe tener en cuenta que las especies vegetales utilizadas presenten características distintas entre sí, tales como el tipo de germinación, hábito de crecimiento, sistema radical, habilidad para competir con malezas, tolerancia o resistencia a plagas y patógenos, entre otros.
Control de plagas y enfermedades
Una de las principales razones por las que un cultivo puede presentar menor rendimiento es debido a la incidencia de plagas y enfermedades, las que pueden estar presentes por más de una temporada en el predio. Mediante la rotación de cultivos es posible romper el ciclo de las plagas y enfermedades, mediante el uso de cultivos que no sean hospederos o que presenten una baja sensibilidad al ataque de estos. A modo de ejemplo, las enfermedades que afectan a cereales de grano no afectan a leguminosas o brasicaceas, por lo que al incluir una de estas especies luego de un cereal será posible reducir los inóculos de patógenos como mal del pie (Gaeumannomyces graminis) o fusarium de la raíz (Fusarium graminearum). De la misma forma, es posible reducir el inóculo de patógenos que afecten a brasicaceas y/o leguminosas, como esclerotinia (Sclerotinia sclerotiorum), antracnosis (Colletotichum gloesporoides), cultivando cereales.
Control de malezas
Las malezas son especies vegetales que compiten con el cultivo por recursos tales como la luz, agua, nutriente y espacio, pudiendo impactar negativamente en la producción. En predios donde se suelen cultivar repetidamente un mismo cultivo pueden presentar la incidencia de determinadas malezas, alcanzando altas poblaciones en el peor de los casos. Mediante la rotación de cultivos se puede interrumpir el ciclo de vida de estas plantas no deseadas, permitiendo además la aplicación de distintos herbicidas. En una rotación de cultivos cuyo objetivo sea controlar las malezas se deben tener conocimiento qué especies son las que están presentes y cuáles son sus características, como tipo de propagación (vegetativa o reproductiva), época de crecimiento (otoño-invierno o primavera-verano), tipo de planta (hoja ancha o angosta), ciclo de vida (anual o perenne), para así utilizar cultivos que presenten características contrastantes, tanto biológicas como agronómicas. Una estrategia para tener en cuenta si existe una alta incidencia y población de una determinada maleza es utilizar cultivos que sean buenos competidores, que se caracterizan por presentar germinación hipogea, alto vigor inicial, y que puedan ser cultivados a altas densidades.
Nutrición
El rendimiento de los cultivos dependerá, en parte, de los nutrientes minerales presentes en el suelo, y luego de la cosecha, sólo una parte de los nutrientes totales presentes en el suelo quedarán disponibles para la siguiente temporada. La rotación de cultivos permite una extracción y uso de nutrientes más eficiente, pues se utilizan cultivos que presentarán distintos requerimientos nutricionales, además de que absorberán estos nutrientes a distintas profundidades. Uno de los principales nutrientes que permite obtener mayores rendimientos es el nitrógeno (N), el cual es un componente de proteínas, lípidos, ácidos nucleicos, y está presente en la molécula de clorofila, pigmento que se encuentra en alta concentración en las hojas y que permite la fotosíntesis de las plantas. Las leguminosas tienen la capacidad de fijar N gracias a la simbiosis entre la planta y hongos del género rhizobium, por lo que permiten aumentar el contenido de N disponible en el suelo para futuros cultivos.
Sustentabilidad
Finalmente, la rotación de cultivos permitirá que se pueda alcanzar una alta productividad (producción por gastos realizados) para satisfacer la producción de alimentos, reduciendo el impacto ambiental mediante la disminución de las aplicaciones de productos químicos, también permite reducir los gastos para agricultores, y, además, tanto agricultores como consumidores, estarán expuestos a menores riesgos para la salud.
13-12-2021
Por Sebastián Leiva Arancibia
La explicación sobre los bulbos de mojamiento cerró con la siguiente pregunta: ¿Dónde tengo las raíces?
Comenzaremos definiendo en pocas palabra lo que es el suelo útil y seguido la explicación. El suelo útil es donde tengo las raíces.
Hay que partir de que el agua que aplicamos al regar volverá a la atmósfera de dos maneras, evaporada (del suelo al aire) y transpirada (del suelo es absorbida por las raíces, sube por los tallos y sale de las hojas hacia el aire). Estos dos componentes conforman la denominada evapotranspiración (ET).
Lo segundo a tener en cuenta es para qué transpiran las plantas. Transpiran para regular la temperatura, para enfriarse y no terminar "cocidas". Al hacerlor se produce la fotosíntesis "de pasada", para su crecimiento y producción (de hojas, tallo, frutos... lo que nos interesa a nosotros).
Cada temporada tenemos menos agua disponible para regar. Así que lo que hay que intentar que casi toda el agua que aplicamos en el riego, pase a través de las plantas antes de llegar a la atmósfera. Así se logra un uso más eficiente y se puede regar más superficie con menos agua.
¿Cómo regar el suelo útil?
Conviene regar más seguido, menos tiempo. Hay que mojar hasta la profundidad donde están las raíces. Hay que abrir los bulbos hasta donde están las raíces.
Quizás es más notorio en el caso de los frutales y las hortalizas, no hay que regar las calles, hay que regar el camellón o la melga.
En cultivos sembrados en altas densidades, hagamos de cuenta que hay raíces en toda el área. En ese caso hay que regar a la profundidad donde están las raíces (y un poco más para el lavado de las sales, pero eso se verá más adelante).
Regando el suelo útil junto con el ahorro en agua, se ahorra en fertilizantes. Nos aseguramos que éste quede a una profundidad en que lo pueda usar la planta y además corremos menos riesgo de contaminar el agua subterránea.